colaboro en el número «ojo por ojo» de _la más bella_ editada en arganda por pepe murciego y diego ortiz.
Cuando leemos «ojo por ojo» lo hacemos con fe transitiva y vamos de uno a otro ojo guiados por una tradición (oral o escrita) que nos enfrenta al comercio y nos impone a toda prisa el «diente por diente» para hacer de la frase completa el paradigma de un intercambio de igualdad en el trueque; resulta mucho más difícil leer «ojo a través del ojo» y meternos en un laberinto de espejos del que resultarán imágenes tan caprichosas como las reales, nacidas del intento de resolver lo cierto como una réplica convincente a lo fáctico: vemos desde lo ya visto, es indudable, de igual manera, nunca se inaugura una imagen (en ese bobo sentido de lo original sólo pretendido por quienes no entienden de qué se trata cuando hablamos de conocimiento) como tampoco alumbramos, jamás, un modo de ver porque lo visto se asienta sobre toda la panoplia de imágenes recibidas que van asombrando, hasta acostumbrar, nuestros ojos: así podríamos leer el lema que encabeza esto como una sucesión de multiplicaciones de la visión que hace de las imágenes el depósito subjetivo de una visualidad nunca conclusa, a la que siempre resta un fragmento posible que la complete y distinga de las imágenes recibidas, sin que nunca sepa uno bien cuáles son las heredadas; la visión conjunta es una retícula sobre la que se van disponiendo las ideas para componer un rompecabezas al que siempre faltan partes que lo completen, esto es lo más interesante: nunca se termina la imagen, por eso al ojo lo corrige otro y añade lo visto hoy con la mayor naturalidad, sin despreciar la posibilidad de multiplicación que (ya no la figura del rompecabezas sino la más adecuada de) la televisión nos permite, y no me refiero a los televisores, pues cabe hablar en plural ante las posibilidades de aumentar la vista al alcance de las distintas máquinas habilitadas para ello, la televisión es un internamiento en la expresión «ojo por ojo» que nos lleva a leerla como ojo que entra por el ojo para extender al primero y llevar al último hasta la vecindad más inmediata con el objeto de la nueva visión; aumentar la vista, como ampliar la visión, sólo nos lleva a caminos de distancia con lo cotidiano para hacer de lo extraordinario maravilla de todos los días y dejarnos, en su mismo instante, boquiabiertos, listos para la extracción molar en venganza por habernos atrevido a tanto conocimiento.
01.02.2001
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