Otra vez, la realidad viene grande a los políticos. Siempre terminan escapándole como al diablo. Creo que hoy es cuando con mayor certeza la realidad va por un lado y sus administradores, por otro. Antes ocurrió en otros lugares y, como en el caso que me ocupa, nuestros gestores siempre invocan razones capitales para no herir la sensibilidad.
Ahora, el peligro de herirla estaba en manos de la sala Lametro de Valencia, que decidida a tutelarnos, mandó apagar unos vídeos de La Mancha Revolution, el último grupo de arte de intervención rápida formado por los extintos Estrujenbank (sí, los de Los tigres se perfuman con dinamita, donde ya dejaban claras sus intenciones), hoy, bajo nuevo nombre y compuesto por Juan Ugalde, Iván Pérez, Catalina Obrador y Dionisio Cañas, le han tocado la moral a los señores titulares de Lametro.
El motivo no se entiende. Sobre todo porque lo sigo ignorando por más que veo los vídeos eliminados. Uno no sabe qué pensar, si nos tutelan unas ursulinas o en la política se sigue el principio del »tú más, a rajatabla.
La cosa es sencilla. Se invita al grupo de intervención rápida La Mancha Revolution a exponer en Lamentro. Imagino que debería cambiar de verbo para decir que fueron invitados a amenizarnos el metro de Valencia; para que la gente, al paso que baja las escaleras mecánicas, vea que del otro lado de sus prisas existen cosas que merecen ser vistas con más calma. Pero hete aquí que estos bufones se toman en serio lo de dar que pensar y nos pretenden acercar la vida diaria, el pan nuestro de cada día, que se sale de nuestras peculiares angustias por no perder el enlace con el siguiente tren y ubicarnos en el mundo exterior. Y ahí la jodieron, llegaron los políticos y mandaron apagar.

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