los nuevos medios de expresión artística y la crítica de arte
dicto una conferencia caótica porque me quedo sin conexión a inet en el último momento dentro del taller de crítica _pensando el arte actual_ dirigido por ascensión hernández martínez y organizado por la universidad de verano de zaragoza en jaca (huesca). la cosa me quedó a saltos más o menos como sigue.
Los nuevos medios de expresión artística y la crítica de arte
Librarnos del tedio
La tecnología ha venido para librarnos del tedio, tanto como el arte, si bien los tedios de los que nos libran son tan distintos y lejanos que mientras a la primera le cabe salvar el negocio diario, a la segunda la reservamos para que pueda ocuparnos el ocio y algo más (aquí llega lo delicado, en ese plus que para algunos puede llegar a bálsamo de fierabrás, mientras otras veces tienes la impresión de que el arte ya sólo resiste como sufijo); tal vez porque una nos salve el negocio y la otra nos asegure el ocio (sólo resuelto el neg-ocio podemos tirarnos al ocio), pueden concurrir en el mismo lugar sin contradicción.
Las nuevas tecnologías que han entrado al juego del arte contemporáneo no son el cine ni el vídeo, así, sin más, sin embargo ambos se incorporan a las nuevas formas artísticas a través de micropelículas en flash, pero también desde los videomeils, como en el caso de Fernando Llanos. Sin embargo existe una cosa común a todas ellas, las viejas nuevas tecnologías y las muy nuevas tecnologías: nos han cambiado el tiempo de fruición hasta extremos absurdos, como es el caso de Matthew Barney y sus diferentes entregas de Cremaster. La extensión de los tiempos de duración de las obras no termino de encajarlo con los hábitos actuales en que comemos rápido, llegamos tarde y sufrimos eyaculación veloz, pero resulta evidente que los tiempos de consumo (que nada tienen que ver con los tiempos de consumación) se están elongando de un modo imparable; tal vez el incremento de tíospuntocom (guydotcom), aislados e hipercomunicados, podría explicarlo, fuera de este contexto no lo entiendo.
Las nuevas tecnologías aplicadas al arte hoy lo cubren todo y no se ponen ningún límite para abarcar desde la genómica y la nanotecnología hasta las formas más comunes del arte electrónico ondulatorio. En otro lugar distinguí dos formas básicas de arte electrónico: la corpuscular, como sería el caso de televisión (en cuanto que su producción exige una materialidad física indiscutible), vídeo, instalaciones intermedia, infografía, arte robótico, nano.art, obras para cederrón, que pueden o no ser interactivas, y la ondulatoria que encontraríamos en web.art, net.art, spam.art, mob.art, gps.art, wap.art, palm.art, y software.art y code.art como formas especialmente radicales del net.art, entre otras por venir; la forma ondular no puede existir casi nunca fuera de los circuitos impresos, sin ellos no tendrían existencia inicial ni posterior, al contrario de lo que sucede con el arte electrónico corpuscular que, por ejemplo, reside en un cederrón ajeno ya a los circuitos que lo alumbraron (algo semejante ocurre con un robot), en este momento autónomo el ondular posee además la característica oculta de su fuerte dependencia lingüística formal en un sentido no figurado (y primero bajo las reglas de un lenguaje de programación, algo que lleva a muchos analistas a hablar, sin más, de arte de código), y es invasivo, porque tiene la peculiaridad de poder estar donde no se le llama ni invoca, y cada día lo hará con mayor fuerza al progresar la sociedad enredada, pienso en este momento en los virus informáticos, gusanos y troyanos que a partir de su inicial empleo artístico-jocoso (aquellos 'rabbits' de los sesenta desarrollados gracias a las teorías de Von Neuman sobre los autómatas replicantes y la máquina de Turing) se han vuelto pesadilla generalizada.
No sé si la nanotecnología entraría dentro de los parámetros lingüísticos que caracterizan al arte electrónico ondulatorio, pero sí la podríamos ubicar dentro del arte electrónico corpuscular en su extremo ínfimo (existe ya un nanofestival, que ya va por su segunda edición, [http://www.xs4all.nl/~are/nanofestival/02/call02.html], en el que se emplea el término de manera, creo, bastante figurada pues se impide la participación de películas superiores a los diez segundos, además de solicitar participaciones de software.art inferiores a 500kb); en cualquier caso, si se me permite introducir al arte genómico dentro del arte electrónico (y el Ars Electronica Center de Linz así lo hace), la forma corpuscular comprendería tanto el arte genómico que aprovecha las modificaciones lingüísticas del código genético como el arte robótico en la fase ciega en que se encuentra, y que pronto será superada por las aportaciones de la Inteligencia Artificial; así para hacer un análisis más exhaustivo de las relaciones entre el arte y las nuevas tecnologías también habría de referirme al arte electrónico corpuscular; cosa que no voy a hacer.
Y para no irme por las ramas me centraré en el arte electrónico ondulatorio y en concreto en el net.art, el web.art y el software.art. Sin embargo sí me gustaría señalar el arte robótico, o el arte genómico, como especial ejemplo de colaboración entre distintos especialistas que contribuyen a la realización de una obra inabordable para una sola persona, casos que me resultan indicativos de por dónde van a ir los tiros con una crítica que debe enfrentarse a formas de arte en las que priman las nuevas tecnologías en su realización. Creo que es muy importante el equipo, el grupo, la cooperación, para mejor abordar la comprensión de fenómenos artísticos sumamente complejos que deben ser hermenéuticamente mediados por la crítica de arte; en el extremo, podemos pensar en la reciente experiencia del performero Marcel-lí Antúnez a gravedad cero, todo el equipo necesario para ponerlo durante diez segundos sin gravedad y realizar su obra, parece necesario para interpretar la obra realizada bajo esas condiciones, y muy especialmente ante este tipo de microexperiencias hacia las que la nanotecnología nos conducirá en un plazo breve.
Quien desee conocer la historia de internet, de un modo aproximado, puede consultar Aproximación a la Historia de Internet [http://cervantesvirtual.com/historia/historiadeinternet.shtml]; me gustaría señalar, sin embargo, la curiosa coincidencia entre la fundación de ARPA (Agencia de Proyectos Avanzados de Investigación) en 1957 por el presidente Dwight Einsenhower, a raíz del lanzamiento soviético del satélite Sputnik, origen de la ARPAnet (fundada en 1967 y cuyas primeras conexiones de prueba se inician en 1968) y el desarrollo del primer vídeo-juego, el «Tennis programming», por Willy Higinbotham en 1958. De nuevo la tecnología nos libra del tedio doblemente.
El crítico de arte que se enfrenta a las nuevas tecnologías ya no pude ser la ilustrada figura solitaria, como en el resto de parcelas debe operar en equipo, valiéndose de amigos o formando grupos de análisis.
Ni soy hegeliano ni me adhiero a los prefijos póstumos ni me une nada a Danto, así que las autopsias practicadas por cada forense del arte (en epifenoménica y cíclica apoptosis desde la que el mismo arte se declara difunto), me dejan frío; sin embargo, vengo notando algo que me tiene desconcertado. Todo empezó con el premio que, durante ARCO'01, el diario El Mundo, dio a la mejor composición de net.art, [http://kid.kibla.org/~intima/mt], allí fui, para ver qué novedades traía este premio, y encuentro una sinfonía de mobile.art (mobile.trilogy, titula el autor —intim@—); me recuerda una composición de spam.art domeñada y suavizada para resultar tolerable; con el spam.art me ocurre que, como siempre he sido ruidista, lo asumo como parte de mi propia biología, pero cuando endulzas el ruido se da pie a la reflexión, la melodía, por mínima que sea, siempre me invita a pensar y, en ese momento, justo en ese instante en que la melodía me da un respiro, relaciono esta secuencia de gsm.art|GPS.art|wap.art (del segundo no he podido tener conocimiento porque no enlazaba con nada), respiro y asocio la secuencia de mobile.art con un aviso que, días después, recibí de genomic.art ¿qué? (¿será como los grafiteros que se meten en lo más íntimo de los microprocesadores a dejar su huella?), más tarde, creo que al día siguiente, me llega otro que apunta a un sitio de electromagnetic.art: oh, qué bien. De golpe me traslado a la segunda mitad del siglo 20, cuando arte era sustantivo yuxtapuesto, como pidiendo disculpas detrás de un guión por toda la Norteamérica anglosajona, y se sucedían el pop-art, op-art, minimal-art, conceptual-art, tras un guión y perdona, ahora a esa yuxtaposición se le añade un prefijo póstumo y el sustantivo desaparece para dar al adjetivo un rango que no consigue alcanzar. Hoy, imagino que por la extensión del uso de los pecés, tan tontos que exigen un sufijo de advertencia para saber con qué tipo de archivo se las han de componer, hoy, será por eso, el arte resiste apenas como sufijo.
«En diciembre de 1995 Vuk Cosic recibió un mensaje anónimo.
Debido a una incompatibilidad de software, el texto era un abracadabra en ascii prácticamente ilegible.
El único fragmento que tenía algún sentido se veía algo así como:
[...] J8~g#|Net. Art{-^s1 [...]
Vuk quedó muy impresionado: ¡la red misma le había proporcionado un nombre para la actividad en la que estaba involucrado! E inmediatamente comenzó a usar este término. (…)
Pido disculpas a los futuros historiadores del net.art —ya no disponemos de ese manifiesto. Se perdió el verano pasado [de 1996], junto con otros preciados datos, luego de una trágica rotura del disco duro de Igor Alexei Shulgin». (Traducción de Brian Mackern. [www.internet.com.uy/vibri/artefactos/index2.htm]).
El origen del término resulta revelador del mismo net.art algo oscuro que uno no llega a comprender de primeras si no conoce sus códigos (en un primer momento nadie comprende ni asume el net.art si no posee una familiaridad mínima con el hiperespacio), además se da en comunidad porque es informacional en el sentido estricto y exige al menos dos medio expertos, cada día menos, porque al net.art no le basta con ser visto, al estar lleno de guiños a un hiperespacio que debe resultar familiar al que se acerque, y sobre todo, reside en no sabes bien qué parte de qué disco, pero sin el disco deja de estar y ser, así que o las cosas funcionan bien o no hay net.art.
Así como el año pasado en el curso de la Universidad de Verano de Teruel al que me invito Jesús Pedro Lorente, realicé un excurso más detallado por la historia del net.art ahora sólo deseo poner tres ejemplos que me sirvan, si las redes lo permiten, para mostrar las formas más interesantes del net.art.
Net.art estrictamente hablando y hasta hace nada es aquella parte de la producción electrónica ondulatoria realizada con el empleo exclusivo de recursos .html y javascript, hoy se acepta el flash y para eso no hay más que ir al sitio de la biblia del net.art, Rhizome [www.rhizome.org], y veremos catalogados recursos típicamente web.artísticos como serían los compuestos con .swf. Pero la diferencia fundamental que encuentro entre el net.art y el web.art es que mientras en el net.art el código se encuentra siempre presente para dejarte claro que tú no tienes ningún control sobre él y que toda pretensión de autonomía y navegación sobre la obra es sólo aparente y debe ser interpretada como la forma más clara de dejarte hecho un don nadie ante la pantalla; con el web.art nos encontramos ante la ficción de dominar el código sin siquiera verlo, bien porque se pone a nuestra disposición una interfaz a la que podemos guiar por los distintos pasajes prefijados por su autor, bien porque, aunque no nos deja espacio para la interactuación, la simula de un modo tan completo que nos sentimos plenos y satisfechos ante el despliegue de recursos audiovisuales que saturan nuestra pantalla; el web.art sobre todo es un arte ilusionista que oculta todo el control que está detrás para generar en el espectador una falsa impresión de satisfacción recreativa frente a la que, como ocurre con la industria del entretenimiento, te ofreces entregado; en el net.art esto nunca ocurre, siempre se dan claves y avisos (de manera implícita o a gritos) de que estás atrapado por el código y que no dominas nada porque sólo eres el eslabón último de la cadena que acaba en el don nadie que eres.
Algunos enlaces para comentar:
El dúo flamenco (belga-holandés) jodi.org reconocidos en el net.art por unas composiciones que lo confunden todo al dejar el código tiritando después de darle unas buenas hostias y a ti como un papanatas que mira por primera vez una pantalla tan llena de cosas que sólo te queda el recurso a la navegación ciega. Son tan conocidos en la escena del net.art que muchos artistas componen a la jodi, moviéndose entre el ruido del spam y el software de autor para aplicaciones inútiles. [http://wrongbrowser.jodi.org/].
El dúo italiano 0100101110101101.ORG, representando el plagiarismo, el copyleft, el hacktivismo, el anonimato transparente, la filiación nominal múltiple (del Luther Blissett Project), las atribuciones erróneas y otras bromas con las que contribuyen a mostrarnos cómo la inet es el lugar menos adecuado para el anonimato, una transparencia en la que insisten al abrirnos su ordenador personal para que no entremos por las malas o mostrarnos el rastro que van dejando por el GPS y demostrar que estamos conectados, vaya localizados. [http://www.0100101110101101.org/home/hybrids/00009/index.html]. Otros caminos para el net.art [HTTP://0100101110101101.ORG/home/glasnost/project/2001/biennale_py/exhibition/pittsburgh-2003/].
retroyou.org, sin dejar sus responsabilidades en OVNI (Observatorio de Vídeo No Identificado), llega al net.art para desarmar los videojuegos (como niño que rompe sus juguetes) en un intento por debelar lo que oculta la programación y transformar el original en algo muy distinto, después de hacerlo añicos y enfrentarnos a toda la maraña de rutinas que constituye la arquitectura interna de los sueños y que no es otra que una ristra lingüística interminable de la que nos falta la clave. [http://www.retroyou.org/].
Otros enlaces:
El caso del bootleg: [http://www.detritus.net/illegalart/beck/]
Un par de buenos ejemplos de arte invasivo [http://www.blinkenlights.de/] [http://www.lozano-hemmer.com]
Un buen ejemplo de web.art [telnet://telnet.towel.blinkenlights.nl]. Y otro mejor [http://www.yhchang.com/]. Y también [fllanos.com]
Rick Silva [http://www.lightmovingintime.com/], en concreto [http://www.lightmovingintime.com/swound/]
Andy Deck [http://www.artcontext.com], por ejemplo [http://www.artcontext.com/act/97/space/index.cgi]
Brian Mackern [http://www.internet.com.uy/vibri/brian.html#sites]
En la sociedad de hoy, a pesar de generalizarse la cultura (se habla de extensión universal del Estado del Bienestar —enseñanza, además de sanidad y justicia legal, gratuita y al alcance de todos— en nuestro país) no se consigue una extensión pareja del espíritu crítico, como tampoco distancia con respecto a los valores de la cultura (dentro de ésta, el arte) ni de sus actores (o productores). Se extiende la enseñanza, la cultura, la alfabetización a la vez que se generaliza la idolatría de ciertos objetos y producciones, y se encumbra a sus autores. Este estado general de admiración también se lleva a terrenos ajenos al arte, como la ciencia dura, cuyo adorado Alberto Einstein, p.e., figuraría en positivista santoral comtiano de pensadores ilustres. Al igual que nadie duda del alcance de las teorías de Einstein, pocos ponen en cuestión su exclusiva contribución a la ciencia, nadie ve el fenómeno Einstein como otro suceso de cumulatividad, como la eclosión de un huevo que se venía gestando desde hacía tiempo con la contribución general de otros científicos, pies y tronco de su posterior teoría; ya nadie afirmaría, como Newton, que pudo llegar tan lejos porque se subió a hombros de gigantes, sólo se nos enseña el culto a la personalidad, por el propio interés político de vendernos un líder a toda costa.
Tal inclinación al personalismo, a la exaltación de las personas más que a sus producciones, no entendidas como contribución general a la historia del hombre, sino como momento cumbre de una sensibilidad impar sin parangón, lleva a la población a una idolatría que les impide juzgar la realidad cultural según sus consecuencias, fuera de ese recurso ad hominem y ad baculum, que pone en el autor y su autoridad todo el énfasis del rango de la obra.
Esto lo dice de otro modo [alvaro@antalia.com]
La práctica social ya sabes cuál es: si proviene de una sola fuente, es plagio pero si proviene de varias es investigación. (…)
¿Cuál es la diferencia entre una cosa y otra?. Probablemente es un terreno delicado, pero hay que recordar que la mayoría del material con copyright restrictivo no es más que eso: una reinterpretación/refundición/recombinación/selección/reordenación, en cantidades variables, de conocimiento ya publicado. Hacerlo con una licencia libre simplemente es ser generoso con tu parte, que (…) es insignificante frente a lo colectivamente acumulado y además no vale absolutamente para nada sin ello. (…)
{Asumir esto} llevaría [a los defensores del copyright] a lo que nosotros proponemos: el conocimiento colectivamente financiado y producido es de todos. (álvaro [http://alqua.com])
Pekka Himanen, La ética del hacker y el espíritu de la era de la información (Destino), nos acerca a esta misma idea al presentar la figura del jáquer como persona que conoce para compartir y comparte para conocer, haciendo del propio conocer una satisfacción que incluye a los demás.
10:00/09.07.2003
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